El COVID – 19 llegó en la forma de la peste del insomnio a Macondo, llego a nuestras vidas de una manera repentina y abrumadora, contagiando a todos los habitantes de la ciudad, impidiéndoles dormir y eliminando progresivamente todos sus recuerdos.

Este tiempo pienso recurrentemente en cuanta gente espera el amanecer en un mecedor -con los ojos alumbrados como los de un gato en la oscuridad-, pienso además si las preocupaciones de Visitación -quien había avistado la peste- puedan hacerse realidad, aquella explicación catastrófica de las consecuencias del insomnio nos puede llevar a hundirnos no solo en una especie de vida sin pasado, sino además en un estado de ansiedad severo y perdida de concentración, pues, como todo en la naturaleza, tiene que fluir, en especial nuestra mente.

Sin embargo, nuestra nueva realidad nos permite también adaptarnos y lidiar con su gravedad. Enfrentar el entorno con esperanza y recurrir a alternativas como la melatonina para abordar la -peste-, su función principal es regular los ciclos circadianos del sueño y la vigilia, en eso esperamos que el Melquiades del 2022 nos devuelva paz e invente la pócima que nos logre curar a todos, porque la humanidad es testigo de que el sol saldrá, siempre lo hace.

Por
Gabriela Beltrán